enseñar para qué


ENSEÑAR PARA QUÉ
Desde que los griegos de los siglos V y IV aC activaran su paideia (su educación para los que han de ser ciudadanos), y seguramente desde antes y en otros lugares a los que nuestra ciencia de la Historia no ha llegado, ha resultado socialmente conveniente que los que saben más, porque han acumulado más experiencias y han tenido más tiempo para reflexionar sobre ellas, se sitúen frente (o entre: mayéutica) los que tienen menos conocimientos, y hagan por poner a disposición de la sociedad tales conocimientos basados en esas experiencias y reflexiones. Eso ha sido y es enseñanza, educación, pedagogía, magisterio, docencia... Es una técnica (tekné), no es una ciencia (episteme). No va buscando la comprensión tanto como la acción y el aprovechamiento de unos recursos, en este caso los recursos y los capitales humanos. Hay desde entonces, desde los antiguos griegos, un debate sobre la justificación de aquella paideia: Enseñar, educar, impartir docencia... para qué. Responder de una forma o de otra define la pedagogía de la que se trate en cada caso. El que lleva este blog, profesor en activo de Secundaria, tiene el convencimiento de que lo suyo (lo mío) es enseñar para no resignarnos a este estado de cosas que nos anonada como personas humanas que somos. No es la razón la que gobierna el mundo. Y la enseñanza debería allanar el camino para que esto acabara sucediendo algún día en alguna parte, empezando, tal vez, por el mundo que nos pille más cerca.

lunes, 23 de febrero de 2009

PRESENTACIÓN (actualizada en noviembre de 2012)



NADIE SE LLAME A ENGAÑO: Esta página de inicio fue redactada, en su origen, en febrero de 2009. Un año después de la primera entrega de la Orden por la que se intentó regular el por tantos medios repugnado Programa de Calidad y Mejora de los Rendimientos Escolares en los Centros Públicos, un año antes de la desgraciada desaparición del maestro de pedagogos, que lo fue, José Manuel Esteve Zarazaga, y un año antes de los dos Decretos autonómicos cercenadores de la autonomía y la democracia interna en los Centros de Enseñanza andaluces (los Decretos 327 y 328 por los que se aprobaron los Reglamentos Orgánicos de los Centros de enseñanza). Desde entonces hasta hoy han sucedido en materia de enseñanza y educación demasiadas cosas como para que estas ideas inicialmente sostenidas pudieran seguir siéndolo en los mismos términos con los que fueron dichas en su momento. Por esta razón junto a los ordinales que separan las partes de esta presentación hemos ido expresando la fecha en la que se han modificado tales apartados.
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revisado en noviembre de 2012
El motivo principal de esta bitácora no es otro que el de publicar todos los materiales sobre enseñanza, gestión y política educacional que el mantenedor de la misma -un servidor, ya me presentaré más adelante- ha ido mandando a diversos medios nacionales, regionales y locales, a lo largo de su carrera profesional (unos 31 años) y que no han sido publicados por los responsables de estos medios por motivos poco diversos: en la mayoría de los casos porque no se han calificado como 'tolerables' o 'convenientes' o 'bien formulados' o 'adecuados a nuestra línea editorial'. No he utilizado el calificativo "políticamente correctos", porque es un término que está muy sobado, y que me resulta molesto utilizar. Pero para muchos sería el término adecuado.
       Trabajo como profesor de Filosofía (y Ciudadanía) en el IES Ibn-Albaytar, en Benalmádena (Málaga). Llamadme Ismael. No, mejor, llamadme Enrique, que es como me llamo, Enrique A. C. Ésa es mi gracia. La gracia de uno que ya ve recortarse en el horizonte, como cuando vas para Algeciras, el Peñón... de la Jubilación. Antes no lo veía, sólo lo imaginaba. Pero ahora ya lo veo recortándose gracioso sobre el horizonte marino. A ver si llego, y lo dejo atrás, y sigo tras pasar el Estrecho, bordeando la costa, hasta llegar al saturnal Promontorium Sacrum... y más allá. Ese es mi deseo, al día de hoy.

El volumen de lo que he ido generando, y me han ido devolviendo-rechazando es ya considerable. Ahora bien, no pienso descargarlo en bruto así como está sin más. Preferiría que esto tuviera un cierto orden, que estuviera estructurado, que fuera una cosa curiosa de ver, y que resulte de provecho, sobre todo para los que estamos en este negocio de la enseñanza. Así que iré en los próximos días puliendo y anexando estos materiales inéditos. Se me ocurre que tal vez estuviera bien ir publicando desde adelante hacia atrás. Últimamente he mandado a diversos medios unos escritos en los que trato temas referentes a la cuestión de Educación para la Ciudadanía. Aunque el último es una intempestiva titulada 'contra pedagogos' que he mandado (febrero, 2009) a El País, y que no creo que me publiquen, porque, aunque tengo ya un curriculillo, que les he enviado, no ando yo muy sobrado de padrinos ni mentores, y para estas cosas son bastante necesarios. Y, además, me parece que, aunque me he contenido lo que he podido, no me he contenido del todo. ¿En qué? En el tono de mis críticas, que en algún momento pueden sonar un tanto dramáticas. Pero qué queréis que os diga, y qué quieren que les diga a ustedes, creo que muchas cosas relativas e interesantes al ejercicio de esta profesión, la de docente, están más que mal; que están peor e incluso mucho peor que cuando empecé a ejercer la profesión, y que, además, no me da la impresión de que vayan a mejorar en lo inmediato. Mas bien lo que pienso es lo contrario. ¡Malhaya!
A referirse, entre otras, a estas cuestiones dedicó una parte importante de su competencia investigadora y docente el pedagogo José Manuel Esteve Zarazaga, quien en un momento determinado de su carrera, tuvo a bien dedicarme su tiempo y de brindarme sus consejos y su aliento, ante una coyuntura profesional que entonces se me presentaba un tanto difícil. Su reciente, temprana e injusta pérdida -injusta porque era tan joven y tenía aún tanto que aportar, aunque lo aportado es desde luego mucho y de calidad- nos puede servir a unos pocos de acicate en nuestras convicciones, y de apoyo en nuestros empeños.
Una breve semblanza de J.M. Esteve en


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revisado en noviembre de 2012
Lo mismo no resulta oportuno decirlo y expresarlo así, pero creo que la democracia monárquico-parlamentaria que nos dimos en España en 1978, en materia de enseñanza, no ha conseguido fraguar una práctica estable y socialmente avanzada; se han sucedido demasiados intentos empezando por aquel que fraguó en una LODE/1985 tropezones, enmiendas, correcciones, contracorrecciones; demasiadas Leyes Orgánicas, Reformas y Contrarreformas, y demasiados e innecesarios añadidos autonómicos; y también hemos tenido que lamentar demasiados despropósitos y malversaciones de capitales y de talentos. Ésa es mi posición, y he invertido mi tiempo en presentarla y argumentarla. Con un discreto eco hasta el momento. Se han conseguido hemos conseguido cosas buenas, por supuesto. Incluso muy buenas. Por ejemplo que todo quisque, hasta los dieciséis, que es la edad legal para trabajar, tenga que ir a la escuela, obligatoriamente; que al menos se intente que la organización interna de los centros sea una corresponsabilidad para los miembros de las sociedades educativas que los integran, aunque de este propósito va quedando cada vez menos y menos...; que la Formación Profesional deje des ser un subproducto educativo; que las Comunidades Autónomas puedan ensayar sus propias particularidades curriculares... Pero, desgraciadamente, el peso de lo que no funciona es mucho mayor que lo que podría funcionar o funciona bien. El hecho de que 'fracaso' sea la palabra que más suena cuando se habla desde muy distintos foros de nuestro sistema educativo abona mi anterior aserto.Y si esto es así, efectivamente, lo será por algunas causas, que se podrán investigar. Que se están investigando de hecho. A este propósito he dedicado mi atención durante estos años en los que he sido de todo menos conserje o cargo extra-centros. Mis análisis y propuestas no han sido hasta el momento muy estimados por los mediáticos medios, incluidos los que se dedican a la pedagogía. Ni tampoco por los que han mandado y mandan (que saben de mí, por supuesto). Aunque tampoco puedo decir que hayan sido completamente ignorados. Vamos pues.


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Pero está Internet. Que es un invento. Ya lo creo que lo es. Así que gracias a este invento, que me parece realmente magnífico y que creo que aún no ha dado de sí todo lo que dará, iré sacando de las tinieblas de mis cajones y archivos cada uno de los inéditos, ineditados, e ineditables que estime oportuno (porque los encuentre interesantes para nuestra actualidad 'docente'), y los iré presentando aquí (lo de 'colgando' tampoco me suena muy bien) ante la pública opinión y a la consideración de mis colegas y de cuantas personas estén interesadas en este negocio. Si algunos de estos interesados quiere aprovechar este espacio para expresar sus valoraciones sobre estos materiales o sobre las problemáticas que en ellos se expresan no encontrará ningún impedimento por mi parte, siempre que se cuiden las normas más elementales de la cortesía.


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revisado en noviembre de 2012
(solamente el contenido del paréntesis con este mismo color, y la referencia más exacta a Aristóteles)
Una última observación: No encontraréis ni encontrarán Uds. en las páginas de esta bitácora quejas contra la administración como si ésta fuera una entidad metafísica y culpable de todos los males que sufrimos y de las deficiencias que padecemos los docentes y los discentes. Lo cierto es que me resulta especialmente impropio que los profesores de la enseñanza pública nos quejemos de esa ‘administración’ como si ésta fuera un ente ajeno, cuando somos nosotros, uno a uno y en distintas fórmulas de integración (equipos directivos, departamentos didácticos, órganos colegiados, equipos técnicos … y, en última y primera instancia profesores en activo), parte integrante de esa ‘administración’ a la que tantas veces invocamos con tonos melodramáticos. Lo que procede, según mi parecer, es la crítica constructiva, la denuncia serena pero contundente y clara de lo nos parezca que está mal; la formulación expresa de las quejas y las reivindicaciones por las vías adecuadas; la búsqueda de otras opciones (ésta puede ser una de ellas: argumentar con la intención de corregir y superar este estado no óptimo y manifiestamente mejorable de cosas); la denuncia del papel pasivo y de correa de transmisión de tanta dejadez e incompetencia que están desempeñando los sindicatos y, nolentem volumus, el mantenimiento de una decencia profesional ante los beneficiarios de este servicio que prestamos; de una decencia profesional que garantice un servicio de calidad partiendo ‘del cuero que tenemos’ como dicen que dijo Aristóteles (Nicomáquea, I-1101a) a propósito del 'buen zapatero': aquel que hace los mejores zapatos con el cuero que le den: Estaría muy bien que tuviéramos unas dotaciones más generosas, más medios humanos y técnicos, unas autoridades más competentes, un nivel salarial más digno y acorde con nuestro rango administrativo (y mucho mejor aún que, siendo nuestro salario escaso, al menos no nos agredieran en nuestra dignidad congelándolo año tras año, bajándolo y eliminando 'extras' ordinarios, como recientemente han hecho nuestros pésimos administradores con la justificación obscena de que "no hay más remedio": SÍ que hay otros 'remedios', pero hay que empezar teniendo vergüenza, capital escaso entre los politicuchos que nos gobiernan), etc.
       Hay que presionar por conseguir todo eso, y es legítimo hacerlo así. Pero no me vale descuidar la decencia profesional cara a los alumnos y entonar de vez en cuando que la culpa de todo la tiene la administración. Ni la administración ni ninguna otra entidad igualmente metafísica e inverosímil tiene la culpa, por ejemplo, de que cuando haya oposiciones convocadas, como ocurrió el pasado curso, haya profesores que no den clase y se dediquen a prepararse para el examen en vez de impartir su asignatura, cambiando silencio en clase por aprobados generales. Eso no es decente. Nadie que haga tal cosa está legitimado después para hablar de los renuncios de ‘la administración’. Como tampoco es decente, en mi opinión, el complejo de postulados morales y conviccions políticas que sostienen ese Plan de Mejora de Calidad y de los Rendimientos Escolares a los que se han suscrito ya un número de Centros, a pesar de que en el susodicho Plan, que por efectos perversos de la semántica ha pasado a llamarse Ley de Incentivos, se ha previsto la segregación de Centros —unos están y otros no, por efecto de las condiciones impuestas por la administración para acogerse al mismo— y el pago de unos dineros a cambio de conseguir unas estadísticas que expresen ‘la reducción del fracaso escolar’; verdadera obsesión, por lo que se ve, de nuestras autoridades educacionales. Ya se sabe: la educación ya no es un Servicio, sino una Inversión… y las inversiones se justifican por los rendimientos.


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Así están las cosas. Vamos a ver si hacemos por cambiarlas. Yo, modestamente y de momento, estoy manteniendo este blog.

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